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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 978-8409049325
Editorial: Miguel Ángel Montero Sánchez
“El hombre que tenía miedo a vivir” es una historia de superación encuadrada en un escenario único. Es un viaje hacia el interior, hacia la vida y también hacia la muerte. Una travesía sin final, un trayecto que te hará cambiar... si quieres cambiar.
Este microlibro propone un resumen de las enseñanzas que deja una novela emotiva, conmovedora e inspiradora que no te puedes perder. ¡Vamos!
Tendemos a imaginar las cosas de la forma en la que luego no suceden. La realidad es diferente cuando la enfrentas. Nada tiene que ver con tu mente, la realidad es una cosa y tu mente otra.
Por fortuna, una vez que comprendes esto, ya no necesitas interpretar la realidad a tu manera: el árbol que está a tu derecha es solo un árbol, las piedras que te rodean son solo piedras, el cielo es el cielo.
En la infancia, no hacía falta ser correcto, no era necesario fingir, las cosas eran como las veíamos, y si otro niño era feo o gordo, no había problema en decírselo; si no sabía jugar al fútbol, lo poníamos de portero; si tenía piojos, era un piojoso.
Lo más lindo de la niñez es la ausencia de rencor. Una vez pasado el enfado, todo vuelve a la normalidad. Es increíble poder perdonar en cuestión de minutos, olvidar al instante y vivir sin resentimiento.
Pensar ahora qué podrías haber hecho y no hiciste o por qué no has sido capaz de aprender sería algo absurdo. Ya no vale la pena. Casi todo es consecuencia de tus actos; eres el principal responsable de las cosas que te suceden en la vida.
Un niño nace sin miedos, sin limitaciones mentales, nace libre y se atreve con todo. Hasta los tres años todo es descubrimiento, ilusión e interés hacia lo que le rodea. El niño tiene ganas de aprender, de conocer, de explorar el mundo en el que vive.
Entre los tres y los seis años, el aprendizaje continúa, aunque ya se conoce un porcentaje muy grande de lo existente, por lo que el factor sorpresa va disminuyendo. No obstante, el mundo sigue siendo un lugar maravilloso donde habitar, y a esa edad se disfruta con cualquier cosa: se mantiene la ilusión.
Entre los seis y los doce años comenzamos lentamente a llenar nuestra mente de todo lo que vemos y los demás nos enseñan: maestros, padres, abuelos, televisión, internet y demás entes sociales. El niño empieza a tener miedos y dudas sobre sí mismo; lo que anteriormente era una capacidad ilimitada empieza a tornarse finito.
Ya no ve el mundo solamente a través de sus ojos, como sucedía anteriormente, sino que empieza a verlo condicionado por los demás. Su libertad disminuye y deja de confiar en sí mismo, quedando a expensas de los demás; procura actuar de acuerdo a lo que se espera de él, comenzando el proceso de adoctrinamiento para ser un prototipo de persona ejemplar.
Entre los doce y los dieciocho años es una etapa rebelde en muchos casos, un caos a veces, porque el adolescente está tan perdido que, en algunas ocasiones, no sabe ni quién es. Lo más importante es encajar, formar parte de un grupo social. Por esto, algunos dicen que se produce una crisis de identidad.
En esta etapa, el adoctrinamiento ya se ha materializado. La persona sabe perfectamente lo que es correcto y lo que no lo es, aunque a veces actúe contracorriente, movida por la confusión y también por una oposición subversiva contra el orden y lo establecido.
Cuando llegamos a la edad adulta, las experiencias son muy dispares, dependiendo de nuestras vivencias previas, de la educación que hayamos tenido, del cariño recibido, de las personas de las que nos hemos rodeado.
Todo ello forjará el conjunto de creencias, pensamientos, valores y actitudes que guiarán nuestra forma de actuar y determinarán el éxito o fracaso en la vida, aquello a lo que muchos llaman, injustamente, buena o mala suerte.
En esta etapa ya no se produce una crisis de identidad, sino una crisis existencial, puesto que las incertidumbres giran en torno a la existencia: ¿Para qué vivir si vamos a morir al final? ¿Por qué este mundo es tan injusto? ¿Por qué todo me pasa a mí? ¿Qué es lo que he hecho yo para merecer este castigo?
Este es el caso de las personas que han optado por ampararse en la mala suerte como excusa para justificar sus fracasos, viviendo en una situación de victimismo donde da igual lo que hagas, porque “las cosas son así y no se pueden cambiar”; “yo soy así y no puedo cambiar”.
Muchos prefieren pensar que lo que sucede es externo a su dominio, de esa forma, se evita la responsabilidad de afrontar los hechos y enfrentarse con valentía a las adversidades que surjan.
Debes agudizar tus sentidos en todo momento: escuchar, observar y sentir todo lo que haya a tu alrededor, fundirte con la naturaleza, mantenerte atento y experimentar todas las sensaciones que la travesía te proporcionará. Siempre tendrás que estar donde realmente estás, sin viajar mentalmente.
Además, tienes que pensar en positivo. Disfrutamos recreándonos en el pesimismo, sufriendo por lo que pueda suceder, poniendo obstáculos mentales y barreras imaginarias que impiden la felicidad, sin ser conscientes de que el sufrimiento imaginario es mucho peor que el real.
Lo que eres hoy es consecuencia de tus actos pasados; sin embargo, tu presente se puede cambiar en este mismo instante y, por supuesto, debes separar presente y pasado para conseguirlo.
La realidad es una cosa y tu percepción, otra. Cuando cambies tu percepción y controles tu mente, te darás cuenta de que, en realidad, posees muchas más cosas de las que sientes que has perdido a lo largo de tu vida.
Siempre hay que levantarse ante cualquier supuesta pérdida o suceso negativo, y comprender que eso que crees que es lo peor que te ha sucedido, pasado el tiempo, se puede convertir en lo mejor que te sucedió.
Si dejas de centrarte en la pérdida, en lo que no tienes, verás que muchas cosas que en un momento te hacen daño, en el futuro se transforman en grandes enseñanzas, y cuando pierdes algo, puede ser porque un premio mejor te está aguardando.
Lucha por las cosas que te importan, no pienses en lo que has perdido, sino en lo que te queda. Cambia el planteamiento, tienes que dejar de ser un perdedor y convertirte en un ganador.
Termina con la victimización, aparta el miedo, la inseguridad, el rencor; saca el niño que un día fuiste y sorpréndete por lo cotidiano, poniendo ilusión, motivación, energía y pasión en todo lo que hagas; elimina tus barreras mentales y sustituyelas por objetivos, creando tu destino mentalmente; utiliza tu imaginación para planear la vida que quieres y no la que te asusta.
Tú puedes querer muchas cosas que no vas a lograr si no eres capaz de creer en ellas, y esto sucede porque piensas que son imposibles.
La mayoría de la gente está tan acostumbrada a hacer siempre lo mismo, que no es capaz de aspirar a algo mejor, aunque lo tenga frente a sus ojos. ¡Fuera con todo! ¡No los escuches! ¡No te conformes con una vida mediocre si puede ser especial!
Si quieres controlar tu mente, no le hagas caso, no le prestes atención, no dejes que te traslade a otro sitio. Tu mente se irá a otra parte muchas veces, es algo inevitable, ya que a ella le gusta viajar de un lado a otro, eres tú quien debe ordenarle que regrese para estar en el presente de nuevo.
La vida es imprevisible y eso la hace hermosa, porque constituye una sorpresa. Si conociéramos el guión, carecería de aliciente. Hoy es el momento para echarle valor, para apreciar lo que tienes, para comenzar cualquier proyecto, para soñar despierto, para sonreír, para viajar, para decirles a tus seres queridos lo que sientes, mañana puede ser tarde.
Llama a los seres que sean importantes en tu vida y diles que los quieres, pero hazlo hoy, no esperes a que sea tarde. No seas orgulloso y permitas que la vergüenza o el orgullo te impidan pronunciar dos palabras que al unirlas se llenan de poder: “te quiero”.
Valora cada cosa que integra tu vida, sobre todo las más esenciales, porque cuando pase el tiempo, te darás cuenta de que, en realidad, eran las principales.
Otra cosa importante es que debes vivir mostrando gratitud continua hacia todo lo que posees. Y, por último, no olvides que un día vas a morir, ya que la muerte nos ayuda a relativizar las cosas. Comprender que la vida es limitada te ayudará a no malgastarla.
Tienes que creer y confiar aunque no tengas el control, vence tus miedos y déjate guiar. Cuando no puedes ver, tienes que confiar en todos los demás sentidos, tienes que dejarte transportar por las sensaciones, de lo contrario, estarás limitado.
Tienes que estar en paz contigo mismo y con los demás, o no podrás vivir plenamente. Estarás anclado en el pasado, cautivo del mismo, repitiéndote lo que pasó y sufriendo por ello.
Cuando la muerte te ronda, las tonterías desaparecen; ya no te preocupas o te enfadas porque tu coche se ha estropeado, porque has tenido una bronca con el jefe en el trabajo o porque tu hijo ha sacado una mala nota en el colegio. Tu única preocupación es aprovechar el tiempo y tener el mayor número de momentos felices posibles.
Muchas veces nos proponemos cambiar, usamos frases motivadoras, nos ponemos metas, prometemos hacerlo, pero al final seguimos siendo víctimas del sistema, de la rutina.
Nos ponemos excusas y lo dejamos para otro momento, sin ser conscientes de que no existen momentos mejores. Lamentablemente, la mayoría de las veces, solo cuando la vida te golpea con dureza, cuando algo drástico te sucede, solo entonces, llega el cambio.
Por eso, no puedes vivir como si fueras eterno, posponiendo tus planes continuamente, pensando que en el futuro será mejor y más fácil. En primer lugar, porque el tiempo es limitado y, en segundo lugar, porque el futuro no existe.
Que no sepas cuándo vas a morir no cambia nada, vas a expirar igualmente, y lo único que te llevarás cuando te vayas es lo que hayas hecho en vida, nada más. Todos tenemos un tiempo que se agota, y el antídoto existente es aprovechar este tiempo al máximo.
Cambiar es posible, no importa lo que haya sucedido anteriormente en el pasado, el cambio depende de uno mismo y está en nuestro interior lograrlo.
La infelicidad o felicidad la creas tú, con independencia de las circunstancias. Por eso, encontrarás personas que, aparentemente, tienen “poco” y son felices, mientras otros tienen «mucho» y se sienten desdichados.
Es nuestra forma de medir lo que hace que pensemos que hay personas que tienen más que otras, porque contabilizamos sólo algunos aspectos genéricos como el dinero, la salud o el amor.
Pero si entramos en detalles: ¿qué tipo de amor?, ¿amor real o de conveniencia?, ¿amor o adaptación?; en cuanto al dinero, ¿qué es lo que realmente aporta?, ¿acaso siempre vas buscando conseguir lo que no tienes y cuando lo logras pierde su valor?; y si hablamos de salud, ¿qué pasa con la salud mental?, ¿tienes la mente equilibrada?, ¿canalizas las emociones?, ¿desechamos el estrés y la ansiedad?, ¿o simplemente consideramos estar sanos al tener el colesterol y los triglicéridos en orden?
Existe gente que teniendo salud, dinero y amor no son felices, porque para ser feliz, primero tienes que querer serlo y, segundo, tienes que ser agradecido.
Ya lo dijeron The Beatles en su canción “All you need is love”: en realidad, el amor es todo lo que necesitamos. La equivocación radica en pensar que necesitamos recibirlo y en no ser conscientes de que, verdaderamente, lo que precisamos es dar amor, emanarlo de adentro y repartirlo por todas partes.
Anímate a vivir la vida, a recorrer el camino. A veces con cuestas, otras con curvas; empinados trayectos o suaves llanuras; bellos parajes para disfrutar e inhóspitos lugares para aprender; etapas cómodas y etapas abruptas; momentos plácidos y momentos difíciles; personas que te acompañarán y otras que se perderán; senderos despejados y otros con obstáculos; continuas bifurcaciones para decidir; en ocasiones, caminando con energía y entusiasmo, otras sin fuerzas ni ánimo; un camino de riesgo, de aventura y exploración; un camino de lágrimas y sonrisas.
Toma estos consejos y vive con valentía, utiliza el pasado para evocar los buenos momentos, el futuro para ilusionarte y el presente para vivir.
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Maestro de varias especialidades que le ha permitido aprender de la sabiduría de los niños; licenciado en Antropología, lo que le sirvió para analizar a los humanos y tratar de entenderlos; viajero compulsivo, recorrió más de 50 pa... (Lea mas)
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